viernes, 23 de octubre de 2009
Fantasías de una niña
Era el inicio de la primavera recuerdo aquel atardecer cerca del río, pude observar como s e perdía el sol entre los relieves montañosos que rodeaba aquel lugar esplendido, la tarde trascurría muy lenta, era como si se tratase de un cuento. Todo parecía p erfecto desde el esplendor de las hermosas llanuras, hasta la sencillez de las flores y el p asto reluciente, la naturaleza hacia un ritual de bienvenida a la primavera. Pude observar un conjunto de mariposas que jugueteaban entre las flores, permitiendo lucir la tarde más bella. El viento soplaba a favor del día, como si me hipnotizaran no apartaba la vista de las montañas. Las palmeras se esmeraban bailando al son del viento. Podía decir que me encontraba en el paraíso, el pasto verde, el canto de las aves cruzando el cielo, más hermoso de lo acostumbrado, ofreciéndome un torbellino de nubes que por alguna razón me hacían feliz, me arroje al pasto, cerré los ojos, me centre en el canto de las aves, dejándome guiar por la naturaleza. No sé cuando tiempo mantuve los ojos c errados y el tiempo que permanecí en el lugar, solo se que el crepúsculo de la noche a rropo el valle fue motivo de mi despertar, mi cuerpo estaba helado, mi semblante h úmedo del roció, levantándome con cuidado me dirigí al hogar. A lo lejos podía d ivisar el humo de la leña y las luciérnagas que empezaban a formar parte del mundo n octurno. Mi viejo estaba fuera de la casa, sentado en una silla de guano donde a costumbraba con una taza de café, su mirada perdida en la luna que se aproximaba cuando regresé a la casa, con una expresión en su rostro me brindo una taza de café. M e dice que lo Acompañe, a contemplar la belleza de la naturaleza. La luna embellecía el cielo, con intensidad resplandecían los luceros. Señalando las llanuras y la luna inicio su historia la cual estaba acostumbrado a contar, era una rutina. Siempre dialogaba acerca de la noche decía que un lujoso vestido negro la adornaba decorados por costosos di amantes (refiriéndose a las estrellas) que a kilómetro sus destello alumbraban. y las estrellas fugaces, no eran mas que esos diamantes arrebatados por los avaros elfos que h abitaban en el espacio. Me mostró el mundo de forma diferente quería introducirme en u n mundo de fantasía, sueños y encantos, un mundo donde la inocencia reinara, me l lamaba princesa, así me sentía y todo lo imaginaba. Mi casa la cual el techo era de y agua, carecía de piso y la madera estaba desgastada, por el tiempo y la lluvia lo i maginaba un castillo hermoso. Donde existían duendes, hada, pasadizos secretos y las p aredes guardaban leyendas. No me importaba la apariencia de la casa. Sabia que mi viejo trataba de hacerme feliz, conocía el mundo real, estaba seguro que u n día lo descubriría, antes de que ocurriera construyo mi propio mundo. En vuelta en la llama de la ilusión dejándome llevar por el enigma de la historia permanecimos toda la noche concluía una historia, iniciaba la siguiente, lo admiraba se d irigía a mí con palabras muy sabia, siempre desee ser igual que él. Solía mirar su r ostro con mucha atención, incluso quise tener sus mechones blancos, el decía q ue eran rayos de sabiduría, desee con todo mi corazón poseerla para ser igual de sabia. D espués de un rato concluyo su historia observando la casa dijo: _ princesa mañana será otro día, con una sonrisa en su rostro, se dirigió a la casa. Permanecí un segundo mas e scuchando los grillos y la ranas que cantaban a la luna, esta cada vez iluminaba las m ontaña._ (Realmente no existen palabras para describir la belleza del milagro de Dios) m e despedí de la noche mientras entre en la casa. Dormíamos en un especie de hamaca, la yagua que cobijaba el techo tenia algunas grietas por la cual penetraba el r eflejo que observe hasta que del país de la fantasías, como acostumbro a contarme e scabullo el duende de la noche, al mundo de los sueños me envió. Al día siguiente con el canto de las aves y las gallinas desperté Abrase al abuelo como de costumbre al rió decidí visitar. Constantemente me complacía “era mi mundo” todo el camino tarareaba, me distraía con las mariposas. El sol saludaba con rayos que alimentaban mi pie, las palmeras volvían a moverse todo era semejante al día anterior, era la princesa más feliz de todos los cuentos, mis días fueron leyeran ocurría algo emocionante a cada instante, lo cual fue testigo mi cuaderno quien era mi único amigo. Q uería trasmitir mí felicidad a todo el mundo. Solo vivía con mi viejo, los vecinos era difícil saber de ellos, sé que había pero vivían muy distantes de nosotros. M i madre trabajaba en la ciudad, pasaba años sin saber de ella, mi vida era el abuelo e n algunas ocasiones mi madre intento llevarme a la ciudad, el llanto fue mas intenso y todo fue imposible, nunca imagine mi vida fuera de aquel paraíso, creí que las personas era n iguales a mí, que soñaban que vivían felices, pensé que todo era similar a mí mundo . Recuerdo que visitábamos una pequeña iglesia, en algunas ocasiones nos d irigíamos en caballo, prefería ir caminando era mas emocionante. Estaba a 2 horas de c amino. Solos los domingo celebraban las misas, ya que muy pocos de votos asistían q uizás por la distancia. En el camino el abuelo me divertía, hablaba de la vida me c ostaba entender sus palabras y sus acertijos, no prestaba mucha atención corría de un l ado a otro detrás de las aves silvestres. La iglesia estaba en la sima de una colina no m uy alta. El pasto verde cubría junto a las flores ambos extremos del camino que c onducían a la ermita. Allí había una virgencita me deleitaba observándola, tenía p uesto un vestido azul, que cubría sus pies, un velo en su cabeza, una nube la sostenía. s us ojos deslumbrante juraría que estuvieran observándonos, permaneció un tiempo o rando, no me aparte de su lado continuaba concentrada en la imagen y en el bebé que s ostenía con su brazo derecho, con la izquierda señalaba el cielo, una sonrisa pintada en s u rostro, sus cabellos parecían estar moviéndose con el aire, creería que estuvieran con vida. Horas después regresamos al hogar, el tiempo trascurrió cada día fueron aventuras y recuerdos inmemorables. Jamás olvidarte la víspera de Navidad mi madre nos envió algunas frutas y golosinas para celebrar. se marcho el abuelo muy temprano al p ueblo a recoger el paquete, desde la ventana lo observe hasta que su silueta se perdió e ntre los sauces. La navidad la percibí, manifestándose a través de la neblina decorando e l valle, matizando la hierba. Los ruiseñores estremecían con sus cantos jugando entre los árboles. Las ninfas que habitaban mi universo bailaban en el aire fresco, mientras c ontemplaba la naturaleza, esperado entusiasmada al abuelo quien regreso al atardecer con el paquete exhausto debido al viaje. Corrí hasta el recibiéndolo con besos y brazos. Recibió las cartas y obsequios que mi madre enviaba de la ciudad que yo d esconocía, al llegar al hogar desate los paquetes revise todo, recuerdo el aroma de las frutas expandiéndose por toda la casa, mi felicidad sobre pasaba los limites era inefable la mejor víspera, regalos, lechón, frutas. Agradecía a Dios y a mi viejo por hacer r ealidad otras de mi fantasía. La tarde se perdió en el horizonte, el preparaba la mesa y o distribuía las frutas decorando las Bandejas con dulces ensaladas, para servir lo deseado, en el centro de la mesa colocamos un candil qué alumbraba el lugar, antes de empezar el festejo ofrecimos nuestras vidas a Dios le agradecimos por permitirnos celebrar juntos la víspera de navidad y el cumpleaños del abuelo. Todo culminó tan rápido que el recuerdo quema mi pecho, permitiendo que mis ojos liberen una lagrima fría que trituro mi corazón, derrumbando mi alma, distorsionando mi mundo inundándome de dolor, con el transcurso de los años la salud de mi abuelo empeoro s e marchito como los pétalos de una flor. La inocencia no me permitía entender que e staba sucediendo, solo sé que estaba postrado en cama, me sentía inútil sin poder a yudarlo, rogaba a las hadas que Permitieran que se levantara de aquella cama. Pensé q ue el villano de los cuentos había encontrado mi mundo y quiso adueñarse de el a l ser imposible utilizo la venganza, inundando mi vida de aflicción. Mi mente estaba c onfundida sentía, que estaba pasando hacer parte de una pesadilla. Una tarde de otoño la lluvia en el pasto no paraba de caer, sin apartarme de su lado el duende de la noche lo aparto. Sus manos lucían fría, su mirada yerta, mí llanto rompía el silencio de aquella tarde gris donde el mundo se revelaba en mi contra. Le gritaba no sierres tus ojos viejito querido mírame, cuenta las historias que solías contar, regresa dime princesa. Necesito escuchar tus palabras de sabio. El esfuerzo fue en vano no podía escucharme. Mi madre al saber lo acontecido me envió a la ciudad, no podía acostumbrarme, era muy diferente a mi paraíso. Recordaba los valles las nubes que tanto me divertían. Jamás regrese al lugar que a través de un juego aprendí a ver el mundo de una forma m aravillosa. Hoy no estoy arrepentida, con el tiempo me adapte a la ciudad d esacostumbrándome a las ilusiones, enfrentándome a la realidad que desconocía. En la ciudad construí mi propio mundo ahora me dedico a Dios y a la literatura, en la cual me e smero para que a través de una historia la imaginación del lector vuele, y forme parte d e esta. Atraparlo en mi mundo donde los sueños cobran vida, y las aventuras están por doquier , donde los Viajera son a lugares asombrosos. Después de los años s comprendí los acertijos, todo esta claro, él solo quería mi felicidad quiso que viviera mi i nfancia que es la etapa, más bella de la vida que solo la vivimos una vez, y es el sueño as precioso. Al contemplar las montañas el deseo de regresar a esa etapa embargan mi m ente de una emoción infinita. Nunca olvidare esta frase, quisiera volver a jugar para s iempre recordar y aquellos recuerdos de ayer jamás poder olvidar. Siempre permanecerán en mi memoria, el esplendor del el valle, y por supuesto al abuelo quien incrusto en la mente de esa pequeña niña un recuerdo q ue plasmo mi vida y vivirá siempre en mi corazón.
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