viernes, 23 de octubre de 2009

Memorias de ayer





Escuchaba esa canción aquella que suena a lo lejos cuando apena era una niña. En la casa que nos entrego la abuela para vivir algún tiempo. En ese entonces era el mundo diferente o las personas diferentes, el tiempo se tornaba con más calma, las mañanas eran más duraderas  y las tardes mucho más alegres, la noche más oscura y divertidas. El grillo o saltamontes  con todo su trinar se apreciaba,  para estos días ya ni eso, cuanto extraño la sonrisa del vecinos, su entrega por ayudar, su lucha era nuestra lucha  sus tristezas eran la de todos,  sus triunfos   fueron nuestro. A si como el anciano que por las calles vendía carbón, con su rostro risueño y  su  voz  casi melódica rompían el aire gritando carbón, carbón, una y otra vez. Muchos son los  recuerdos  que trae a mi mente esa canción que suena a lo lejos, invadiéndome con  un hilo de nostalgia. Puedo ver en mi recuerdo las muchachas de esos días saltar la cuerda a mitad de la calle, y a los chicos esconderse de tras de los arboles, veo el cielo, aquel cielo indescriptible con cierto aire de felicidad. Las fiestas de aquellos días eran incomparables,  puros reventones sanos en donde terminábamos ebrios de  risas y  de  gozo, viviendo los segundos como si fuesen  últimos.El sol no era tan ardiente se mantenía sin furia tibio y ligero. Las enfermedades pasajeras, no mortales, la tristeza compartida era menos angustiosa, los encuentro sin el morbo ni cocaína eran más eufóricas, los cocteles con poco o sin alcohol era la mejor delicia, el abrazo sincero sanaba el alma afligida. Cuando añoro aquellos días, sin duda la vida continúa dejando atrás el pasado


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